
Siempre me ha interesado entender por qué hacemos lo que hacemos y cómo llegamos a sentirnos
de determinadas maneras. Esa curiosidad fue lo que me llevó a estudiar Psicología en la
Universidad Complutense de Madrid, donde descubrí que este trabajo va mucho más allá de la
teoría: tiene que ver con estar presente, escuchar y acompañar procesos que son profundamente
humanos.
Más adelante realicé el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Europea. Fue
durante esas primeras experiencias clínicas cuando confirmé que quería dedicarme de lleno a la
intervención terapéutica. Me gustaba escuchar con calma, entender las historias de las personas y
ver cómo, poco a poco, podían avanzar en su propio camino.
Con el tiempo he ido ampliando mi formación para tener más herramientas terapéuticas y seguir
enriqueciendo mi intervención: análisis funcional, ACT, perspectiva de género, regulación
emocional y cursos específicos en trastornos de la personalidad. Toda esta formación me ha
ayudado a construir un enfoque integrador y flexible que me permite adaptarme a lo que cada
persona necesita, sin encajar a nadie en un molde concreto.
La formación continua forma parte de mi día a día, pero también aprendo mucho de cada paciente:
de cómo se relaciona, de su forma de entender el mundo y de las estrategias que ha ido
desarrollando para estar donde está.
Mi manera de trabajar es cercana y clara. Me gusta crear un espacio seguro donde la persona pueda hablar sin miedo a ser juzgada, ir al ritmo que necesite y encontrar herramientas que realmente tengan sentido para ella.
Mi recorrido profesional se ha centrado en el trabajo clínico en distintos contextos. Comencé en una clínica multidisciplinar, acompañando a adultos, población infanto-juvenil y parejas con
problemáticas como ansiedad, fobias, insatisfacción vital, habilidades sociales o dificultades
relacionales. Ese trabajo me permitió desarrollar una mirada amplia y flexible, adaptando siempre la intervención a las necesidades reales de cada persona.
Completé mi experiencia laboral en una clínica especializada en población infanto-juvenil, donde
trabajé con niños y adolescentes con problemas de gestión emocional, autoestima, conducta,
dificultades familiares y acompañamiento en etapas sensibles del desarrollo. Esta experiencia
reforzó la necesidad de ajustar el enfoque a cada etapa evolutiva.
Además, he acompañado a personas con dolor crónico, un ámbito que me enseñó a sostener
procesos largos y a trabajar desde la calma, la presencia y la regulación emocional.
Todas estas experiencias han dado forma a un enfoque integrador desde el que trabajo. Disfruto del trabajo en equipo y del aprendizaje continuo que aporta cada proceso terapéutico.